Es una actividad libre y flexible en la que el niño se impone y acepta (libremente) unas pautas y unos propósitos que puede cambiar o negociar, porque en el juego cuenta tanto el resultado como el proceso. Los niños juegan por jugar, porque quieren, por motivación interna. Ellos son quienes ponen y aceptan metas y reglas que muchas veces les suponen (pequeños o grandes) esfuerzos y la superación de retos personales que los ponen a prueba. Les satisface y afirman su autoestima (Thió, Fusté y otros, 2007).
Los videojuegos y juegos digitales están dentro de las nuevas formas de entretenimiento, ocio y juego del niño, son, por tanto, un recurso de ocio alternativo, eficaz, inteligente y flexible. El éxito de los videojuegos y juegos digitales es cada vez mayor, tal grado que hoy es uno de los juguetes más vendidos del mercado.
Si son los juguetes de la era tecnológica y se consideran como el entretenimiento del futuro es importante ofrecer a los mismos una oportunidad en la Educación infantil para integrarlos a las actividades lúdicas que desarrollan los más pequeños en la escuela.
Si además consideramos que estos juguetes entran a forman parte de su vida diaria, de sus actividades cotidianas, podemos aventurarnos a decir que pueden ser un medio idóneo para ejercitar la autonomía personal dado que estas son significativas para ellos, permitiéndoles al mismo tiempo adquirir cierto grado de iniciativa, esfuerzo, responsabilidad, aprender a organizarse, así como poder prever y, en consecuencia resolver alguna que otras dificultades (Thió y Llenas, 2007).
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