Las competencias no son habilidades que se desarrollan con una actividad, de ahí la necesidad de replantearlas desde la diversidad y, por qué no, con las tecnologías.
En infantil el manejo de metodologías activas y participativas, para el uso de tecnología en la enseñanza y en el aprendizaje, es fundamental, así como que los educadores la utilicen para enseñar de una manera transversal: para compartir experiencias, recursos y conocimientos dentro de la comunidad educativa, para mejorar las prácticas de evaluación, para inducir una mejor calidad de los procesos educativos, fomentando estrategias de enseñanza que proporcionen metodologías innovadoras y para adoptar prácticas que conduzcan a la participación de los estudiantes en el trabajo práctico.
El docente ha de tener la intencionalidad, el propósito y la certeza que la actividad que se está llevando a cabo implica desarrollar competencias a largo plazo, que es un proceso gradual y complejo.
Así, por ejemplo, el uso de los medios de comunicación en la educación infantil puede ser un desencadenante de diversas situaciones de aprendizaje afectivo y del desarrollo de competencias.
El contexto, las interacciones entre alumnos y profesores, el tipo de situaciones a las que los niños estén expuestos pueden ser factores decisivos en el proceso de aprendizaje y pueden contribuir para establecer nuevos desafíos intelectuales. De hecho, las tecnologías son fundamentales en la creación de ambientes de aprendizaje motivadores y constructores de los seres humanos. Los niños aprenden mejor si tienen tareas, desafíos o problemas en los que las respuestas no son obvias o demasiado simples.