Me encontraba trabajando entre mis papeles para preparar la primera clase cuando comenzaron a surgirme diferentes ideas con las que me gustaría empezar. Tenía claro que he de recalcar y remarcar a mis alumnos que la tecnología por si sola no tiene sentido, que el valor se lo da el docente. Es difícil hacerles entender esto; piensan que utilizando el ordenador los niños aprenderán solos y... se equivocan (con mirarles a sus caras ya sé lo que están pensando)...“hacer lo que les propongo es mucho trabajo”... y me pregunto ¿si ahora que están aprendiendo a ser maestro les cuesta trabajo y piensan que no sabrán hacerlo?...¿qué harán cuando estén solos en sus aulas con 25 o más alumnos?
Después de nuestros primeros encuentros dónde quedaron claros (o por lo menos eso creo) los objetivos que queríamos conseguir en la asignatura, así como qué debíamos de hacer para llegar a ellos, comprendí que para compartir esas ideas habríamos de situarnos todos en el mismo punto de partida. Reflexionar sobre los aspectos fundamentales que caracterizan a la sociedad en la que vivimos y analizar los mitos que se han generado alrededor de las tecnologías de la información y de la comunicación (sobretodo en educación) sería ese punto inicial.
Al hablar de ellos algunos asientan con la cabeza como corroborando lo que estaba diciendo, otros parecían no comprender el significado real y se mantenían impasibles antes mis comentarios -me imagino porque lo ven demasiado lejano al mundo que les rodea- y otros tímidamente manifiestan su desacuerdo. Hablamos de unos y de otros...hasta que terminó la clase...Lo que en realidad quería es que llegasen a ser conscientes que las tecnologías han abierto muchas puertas y muchas posibilidades, algunas descubiertas y otras por descubrir. Pero que esto no nos exime de la responsabilidad que tenemos ante el uso de las mismas. Y no olvidemos que somos educadores que directa o indirectamente transmitimos actitudes, estereotipos, valores, creencias, etc.
La tecnología no nos va ha resolver los problemas que tenemos en nuestras aulas. Son herramientas que nos ayudan y colaboran con el aprendizaje de nuestros alumnos. Por su puesto, que su uso correcto va a aumentar la calidad y la mejorar nuestra enseñanza. Pero la verdadera responsable de ese aumento y mejora no es la tecnología sino nosotros los docentes que la ponemos a nuestro servicio para adaptarla a nuestras estrategias metodológicas. El potencial de una tecnología está en el profesor/a que la utiliza y no en la tecnología en sí misma.
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